sábado, 11 de febrero de 2012

Platos Tìpicos del Carnaval

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Da la impresión que en Guaranda el inicio de un nuevo año tiene importancia por la cercanía del carnaval. Fiesta incorporada a su paisaje, a su aire y a su gente como una necesidad vital, indispensable, que no puede faltar nunca. Su ausencia nadie la conoce. Nadie sabe, recuerda o supone que sería de la ciudad sin ese juego. La fiesta empieza a inicio de cada año, con pequeños salpicones de agua fría que mojan al amigo con aprecio, para luego aumentar la dosis con cualquier trasto que esté a mano. El salpicón de agua es una especie de privilegio o de expresión de amistad, de ahí que el juego no es grosero, espanta los problemas une a la gente.
El agua guarandeña en carnaval baila, ríe, acompaña el canto de su gente, vuela por los aires. La ciudad se alegra, se llena de vida, de esperanza de colores.
El carnaval inspira el coqueteo, el amor y la pasión. Con él surge el alma de juglar del coplero soñador y enamorado, constructor de rima decidora encajada en simbiosis perfecta con la música. Mezcla de tristeza y alegría que se canta en las calles con acople de bombos y guitarras, en un coro gritón y colectivo que conmueve al corazón y alegra al alma.
El que llega a Guaranda en carnaval, asegura la llenura de la panza, no preocupa al guarandeño quien ingrese, al deleite de las fuentes de la casa. Para todos está el plato bien servido y la jarra con chicha bien cernida, reposada en el vientre del gran pondo, modelado en el útero terreno.
La fritada es deliciosa. En carnaval, sabe más rica, es más olorosa y sus trozos calientitos aplacan el frío de la tarde saciando el hambre de quienes  acompañan el bocado con empanadas, mote y tostado.
Alcaparras encurtidas en un frasco, se mezclan en gran baile con cebollas, invitan a moverse al mismo ritmo a los chochos, la arveja y los ajíes. Zanahorias cortaditas en rodajas, se combinan en la ronda con el agrio, provocado por la chicha presurosa, que empujando al mojado vegetal, dan la fiesta de color en carnaval.
Las plantas de maíz con sus verdores encantan los colores de las lomas. Las matas están tiernas todavía, la tusa adolescente  espera el grano. Las hojas alargadas son muy finas, se regalan solitas a la fiesta, sabedoras que las manos laboriosas, modelan con la harina de sus padres, un guagua amasado con ternura, con enjundia de queso derretido: El chigüil, hijo preferido de la fiesta, compañero inseparable del café aromático y caliente que perfuma con su olor la casa entera.
Sin postre la comida es incompleta. Guaranda prepara en las pailas con panela, manjares que en charolas se reparten, en desfile de colores y sabores. Los dulces de: Membrillo, de higo, de chamburo, de sambo, naranjilla y güineo, son perfumes al olfato, son colores a la vista, le provocan a la boca, son manjares sin igual en días de carnaval.
Hay tragos de mil colores, de hoja de higo, capulí, durazno, menta y café. No falta el hecho de seda ni tampoco la huevada o el trago de mandarina. Pájaro azul piden todos, aguardiente que es muy fuerte y mezclado con anís, medio violeta es su claro, escondiendo en su entraña la potencia de la caña, hace toser en su ingesta, pero es parte de la fiesta.
Tres días dura la farra, dice solo el calendario, pues los guarandeños saben que el papel es mentiroso, en realidad todos saben, que el carnaval de Guaranda, dura más de una semana.

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