Todo
ser humano realiza y se realiza en la cultura, pertenece a una cultura.
No existe gente, ni sociedades incultas. Todo lo que el hombre produce
en bienes materiales y espirituales para a formar parte de lo que en
general comprendemos con este término de la cultura. Ante la
naturaleza el hombre crea una segunda naturaleza, en la cual se vive y
se desenvuelve, ésta es la cultura.
Empero, la cultura no puede ser
comprendida tan solo en abstracto como una entelequía lejana, si no
reviste y asume lo que es, un producto y un medio del proceso real,
concreto, histórico que tiene cada pueblo. La cultura debe ser entendida
en la realidad, en los procesos sociales, en sus transformaciones, y a
veces en sus regresiones pasajeras.
Lo que el hombre es y hace, lo que las
sociedades son en definitiva cada día más, son cultura. Solamente una
visión de superioridad de dominación puede decir que hay hombres y
sociedades incultos. Todo depende se diría, del lente con el que se
mire. Lo que pasa es que no hay tan de pronto y unilateralmente, la
cultura universal. Coexisten lo universal y lo particular. Hay pues
los elementos de una cultura universal así como se mueven los elementos
de las particularidades culturales.
En otras palabras, queremos hablar de
la vigencia de culturas que se interrelacionan, entran en conflictos,
en simbiosis, sufren transformaciones, sincretismos. En sociedades en
las que unos buscan la dominación de otros, se dan procesos donde la
cultura de los dominantes quiere ser implantada sobre la cultura de los
grupos dominados.
Son sociedades antagónicas, donde los
grupos sociales conducen y generan elementos y expresiones culturales y
antagónicas, conformando una cultura dominante y una dominada.
En este contexto el carnaval ha recogido
las expresiones muy amplias de los estados sociales populares. Sus
raíces son del pueblo bolivarense. De ahí, que germinalmente lance sus
proyecciones democráticas. En la fiesta no hay distinciones, todos
participan sin ninguna excepción.
Es muy decidora la hospitalidad a los
forasteros en los carnavales bolivarenses. Ni si quiera hay asomo del
mercantilismo, sino la expresión cultural de la fraternidad humana,
como elemento de auténtica democracia.
El reencuentro de los bolivarenses, el
retorno aunque sea fugaz de miles de coterráneos a su tierra, manifiesta
el sentido contestatario cultural de un pueblo que se vio obligado a
despenderse de muchos de sus hijos, por las situaciones que han
posibilitado una tan alta migración.
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